4 may 2011

Fernando Regueras Grande - Iconografía del castillo de Benavente (Cinco siglos de imágenes) [2008]


Fernando Regueras Grande: Iconografía del castillo de Benavente (Cinco siglos de imágenes). 161 pp. 17x24. Cartón. 87 figuras color. 2008. ISBN: 978-84-935455-7-4.

ÍNDICE

Preámbulo
1. Palabras prologales.
2. Los castillos, el castillo de Benavente.
3. Del castillo medieval al alcázar renacentista.
-Fiesta de "correr toros" celebrada en Benavente.
-¿Vistas del castillo medieval de Benavente en las pinturas del ábside de San Juan del Mercado de Benavente?
-La leonera del castillo de Benavente, una recreación virtual.
4. La fortaleza de Benavente (siglos XV-XVII).
-Vista del castillo de Benavente a finales del siglo XVIII.
5. Estampas románticas del castillo de Benavente.
-The castle of Benevente (por Benavente) de W. Bradford.
-Le Château de Benavente de L. A. G. Bacler d'Albe.
-Litografías románticas.
·Semanario Instructivo (11 de mayo de 1838).
·Semanario Pintoresco Español (9 de enero de 1848).
·José Bisso; Castillos y tradiciones feudales de la Península Ibérica, Madrid 1870 (2ª ed. 1874).
-Zamora ilustrada (19 de octubre de 1881).
-Blanco y negro. "Las Mansiones de la raza" (7 de diciembre de 1919).
6. Fotografía del Castillo de los Pimentel (ahora Duques de Osuna), por Ch. Clifford.
7. Etiam ruinae periere: del castillo a la torre del Caracol.
-Fotografías fin de siglo.
·"El castillo hacia 1880": V. Velasco; Guía turística de la provincia de Zamora, Zamora 1962.
·La I lustración Española y Americana, 8 de noviembre de 1896.
·A. Vázquez "Cubichi"; Acontenceres benaventanos (1930-1990), Benavente, 1990.
·La Ilustración Española y Americana, 8 de julio de 1896.
·Vista del castillo a principios del siglo XX desde la estación.
·Enciclopedia Ilustrada Europeo-Americana (vulgo, Espasa), T. 8 1910, p. 20.
·T.A. Wigram; Northern Spain. Printed and Described, Londres, 1906.
·Enciclopedia Ilustrada Europeo-Americana (vulgo, Espasa), T. 8 1910, p. 22.
·Vista panorámica de Benavente desde el Este.
8. Doble representación del castillo por P. Sánchez ¿Lago?
9. Vidrieras de Mauméjean con vistas del castillo de Benavente en el Hospital de la Piedad.
10. Manuel Gomez Moreno y su visita a Benavente (1903-1904).
-Cerámica aplicada.
-Tres imágenes de la fortaleza.
-Planimetría del castillo.
11. La exportación de restos arquitectónicos del castillo de Benavente a EE.UU.
12. La Torre del Caracol, metonimia del Castillo de Benavente.
-"El castillo en su estado actual", I. Calvo Madroño, 1914.
-"La Ilustración española y Americana", 15 de septiembre de 1915.
-El castillo de Benavente en la Imprenta de Vitalino Barroso.
-Pablo Testera y el castillo de Benavente.
-La Torre del Caracol desde la estación del ferrocarril.
-Tarjeta Postal con la Torre del Caracol.
-La Mota y el Torreón del Caracol: años 50.
-Dos fotografías aéreas de Paisajes Españoles, 1966 y 1986.
-Dos vistas de la Torre del Caracol en el Arxiu Mas de Barcelona (1961).
13. Ephemera: El castillo en la propaganda (1929-2007).
-Algunos diseños de Jerónimo Seisdedos López (1889-1958).
14. De castillo a Parador de Turismo.
-El proceso de construcción, liquidación de la memoria del Castillo de Benavente.
15. Excavaciones en el área del castillo de Benavente.
16. Bibliografía.

PRÓLOGO

En un lugar de la Mancha, cercano a Ciudad Real, existe un pago conocido como Castillo de Benavente, simpletopónimo, memoria oscura de una vieja fortaleza desaparecida. Poco le ha faltado al célebre castillo de nuestra villa leonesa de Benavente para correr la misma suerte, apenas el eco de una gloria marchita entre la desidia secular y el vandalismo codicioso de sus paisanos. Benavente no ha tenido en casa un Iturralde y Suit, que defendió con uñas y dientes (y sobre todo con la pluma) el maltrecho palacio de los reyes de Navarra en Olite, de historia tan desdichada como el nuestro, pero con mejor final, a punto de desaparecer bajo la piqueta. Gracias a él, pero también a las estampas de Pérez Villamil y a los textos de Bécquer, acabó salvándose el monumento navarro, mientras el benaventano, como tantos otros, se expoliaba primero para dinamitarse después y, ya literalmente por los suelos, servir de materia prima a pavimentos viales.
Solar polvoriento de un linaje que desde el siglo XVII lo abandonó como morada habitual, hasta convertirse en un caserón destartalado cuyas preseas artísticas fueron combustible cruel de la soldadesca británica en la infausta navidad de 1808. Días después, el ejército francés avivaba el fuego que se transformó en un incendio generalizado arrasando todo el complejo.
Las ruinas de los monumentos históricos locales, sobre todo de la Edad Media, son un tópico del romanticismo europeo que, especialmente en Francia, sirvieron para desarrollar una política de restauración “revivalista” que hoy nos parece excesiva, pero que salvó muchos edificios de su implacable desaparición. El castillo de Benavente fue imagen recurrente de ese interés saudoso por las ruinas retrospectivas en libros y publicaciones periódicas del siglo XIX salpicadas de citas melancólicas y leyendas fantásticas.
Bastó, sin embargo, el cambio de propiedad del inmueble en 1894/1898 para que los benaventanos, como anhelantes de una “venganza” inconsciente largamente esperada, se dedicasen “a destruir concienzudamente un castillo de renombre más que español…” (Gaya Nuño).
Cuando cinco años más tarde (1903) llegó a Benavente Gómez Moreno, el primer visitante de la fortaleza con “otros ojos”, la situación era ya irreversible, aunque sus despojos se hayan “transfundido” en casas e iglesias o, “pulverizados”, tapicen muchas de las calles y paseos de la villa. Con el estudioso granadino, la idea dramática de las ruinas como restos sagrados que deben conservarse, según el romanticismo, pasa a ser análisis sistemático, en clave arqueológica, de sus vestigios.
En apenas dos décadas, el alcázar de los Pimentel quedó reducido a un terco muñón desaguisado de incierto futuro, ex libris, sin embargo, de la misma villa que se había ensañado en destruirlo. Desde los años 30 el Caracol ha sido y (sigue siendo) la imagen de nuestra identidad colectiva, telón y fondo de fotografías de novios y políticos, carte postale que se repite en vistas y perspectivas diferentes, poster de fiestas, símbolo y divisa de la recién estrenada ciudadanía de Benavente (1928).
Así hasta 1972, cuando los decrépitos despojos del castillo de la Mota, se reencarnaron en el Parador de Turismo actual a guisa de rebrote hospitalario de la “ley del karma”.
Desde entonces dos pabellones anodinos, que lo flanquean, evitaron, por suerte, su destrucción inevitable, pero liquidaron también –y para siempre– su memoria histórica.
Este es un libro de simulacros: óleos, dibujos, aguatintas y grabados, litografías y xilografías, fotos y textos de una pulsión inalcanzable: el castillo de Benavente, desaparecido sin remedio. Álbum de estampas de una biografía que a todos nos participa, pero ya no nos pertenece.
No hubiera sido posible sin varios precedentes: el breve texto pionero e (inédito) de James H. Eldson, The Castle of Benavente. As Described by Visitors, manuscrito s. a. (posterior a 1969) depositado en la Biblioteca de la Academia de San Fernando de Madrid; el artículo de Isabel Beceriro Pita, “La fortaleza de Benavente en el siglo XV”, Brigecio 7, 1997, pp. 185-203 y especialmente la obra colectiva que hace casi 10 años publicamos Rafael González Rodríguez, José Ignacio Martín Benito y yo mismo: El Castillo de Benavente, Salamanca 1998. En ellos se encuentra el grueso de los documentos e imágenes que aquí se reformulan en otras claves.
Lo que en 1998 era una reconstrucción global de la fortalezabenaventana a partir de textos, con apoyaturas visuales suplementarias, se invierte aquí con una primacía de las imágenes que se amplían, precisan técnicamente y se escudriñan en sus variantes, motivaciones, orígenes y consecuencias, con apoyos textuales (o más bien contextuales) que, en ningún caso son sólo meros comentarios. El protagonismo descansa, pues, en la secuencia visual, a veces fragmentaria, a veces redundante (en apariencia) más que en el discurso articulado de una reconstrucción histórica.
Esto es, el lector se encuentra ahora con una historia de la representación del castillo de Benavente -hilo conductor de la obra- no con una historia del castillo, cuyas pautas principales, quedaron ya fijadas en 1998.
Durante esta década se han producido algunas novedades tanto en la localización de imágenes como de textos, aportaciones entre las que merecen destacarse las publicadas por Mercedes Simal López, Los Condes-Duques de Benavente, patronos y coleccionistas en su villa solariega, Benavente 2002 y José Ignacio Martín Benito, Cronistas y viajeros por el norte de Zamora, Benavente 2004.
Nuestro libro es la primera publicación del “Bicentenario de la Francesada” que edita el Centro de Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo”, un hito tan trascendental (como desgarrador) en la historia de esta villa, cuando las ,tropas británicas comandadas por Moore, primero, y las francesas dirigidas por Bonaparte, a continuación, arruinaron no sólo el vetusto alcázar de los Pimentel, sino buena parte del caserío de Benavente. A partir de aquellas fatídicas navidades de 1808-1809, arranca una nueva historia y el gran despliegue iconográfico del maltrecho castillo de la Mota.

Fernando Regueras Grande

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